Algunos dicen “eres lo
que comes”, otros dicen “eres lo que haces”; yo digo “eres lo que piensas”.
Si actualmente estás
mal, ya sea deprimido, estresado o amargado, es porque tus pensamientos no
están bien.
El origen de tu
problema no es lo que te pasa o lo que otros te dicen o hacen, el origen está
en la forma en que reaccionas a ello, y esto tiene su origen en tu manera de
pensar.
En este post voy a
explicarte el “proceso de nuestras reacciones emocionales”.
Una reacción emocional
es aquello que haces o dices ante alguna determinada situación que te ha
producido cierta emoción. Por ejemplo, cuando lloras porque te has decepcionado
de una persona, eso es una reacción emocional… en este caso de tristeza; cuando
brincas de gusto porque has aprobado esa materia tan complica del colegio, es
también una reacción emocional, pero de alegría… y así, sucesivamente con todas
las otras emociones, como el enojo.
Ahora, sabiendo esto
podrías argumentar que, en efecto, las situaciones son las que generan la
reacción emocional, pues es eso que pasa lo que te ocasiona la emoción… pero
no; el proceso es así:
1.- Ocurre la situación
detonante. Pongamos de ejemplo que tu pareja ha decidido terminar contigo.
3.- Aparece la emoción.
Eso te ha puesto triste y enojado.
4.- Aparece la
reacción. Comienzas a llorar y gritarle a tu pareja que no puede abandonarte,
pues aún le amas y no quieres perderle.
5.- Aparecen las
consecuencias. Tu pareja también reacciona y se hace una pelea que culmina con
puntos suspensivos, pues ni terminan ni continúan, se quedan en “standby”.
Si eres observador, te
habrás dado cuenta de que falta el paso 2; es aquí donde entra el tema de hoy:
“Tus pensamientos”; este punto lo cambia todo…
Lo que a una persona le
pone mal son las consecuencias de su reacción emocional, pues por lo general
son malas y dolorosas, como en el caso del ejemplo. Pero las consecuencias no
son editables, no pueden cambiarse, pues surgen de tu reacción; la reacción
tampoco puede cambiar, porque depende de tu emoción; tu emoción, aunque no lo
creas, puede cambiar y es totalmente editable, ¿cómo?, poniendo cuidado en ese
segundo punto: “tu pensamiento”. La situación detonante tampoco puede ser
cambiada, es un hecho inevitable, pasa porque pasa.
Es en medio de la
situación y la emoción que se coloca tu pensamiento.
Cuando algo pasa, eso
que pasa nos genera un pensamiento, a veces automático y eso es lo que debemos
cambiar.
En el ejemplo, cuando
tu pareja te dice que quiere terminar, tú inmediatamente piensas: “No puede
ser, no puedes dejarme, no sé qué haría sin ti, me muero sin ti, y otras cosas
por esa índole”. Eso te genera la frustración que da pie a la tristeza y el
enojo.
Un principio de la
psicología racional nos dice: “No me afecta lo que pasa, me afecta lo que me
digo sobre eso que pasa” y es muy cierto…
Las situaciones son
neutrales, ni buenas ni malas; es el pensamiento que te surge lo que las
cataloga como buenas o malas.
Para poder cambiar
nuestra reacción, debemos cambiar nuestro pensamiento.
Entonces, el esquema es
así:
1.- Situación
detonante.
2.- Pensamiento.
3.- Emoción.
4.- Reacción.
5.- Consecuencias.
Ahora, para controlar
nuestro pensamiento debemos seguir este procedimiento:
1.- Ocurre la situación
detonante.
2.- Surge mi
pensamiento destructivo.
3.- Reconozco mi
pensamiento destructivo.
4.- Trato de calmarme
con ejercicios de respiración.
5.- Introduzco a mi
mente un pensamiento positivo.
6.- Aparece mi emoción
neutralizada.
7.- Reacciono de manera
positiva.
8.- Aparecen las
consecuencias y noto que son menos desagradables.
Cuando ocurre la
situación y surge mi pensamiento destructivo debo reconocerlo; ya reconocido
debo hacer ejercicios para tranquilizarme (cuando la respiración se relaja,
nuestra mente entra en modo de calma) (es recomendable dar 3 respiros profundos
en este paso); ya relajado, debo pensar algo positivo, convencerme a mí mismo
de que todo está bien y planear una reacción más positiva; con esta
introducción del pensamiento mejorado, mi emoción se neutraliza y mi reacción,
por ende, es asertiva y las consecuencias no afectan tanto.
En el caso de nuestro
ejemplo, el proceso queda así:
1.- Aparece la
situación detonante (tu pareja te dice que quiere terminar contigo).
2.- Surge tu
pensamiento destructivo (“no, no puedes hacerme esto, si me quedo sin ti es
terrible, voy a sufrir mucho, te amo y no puedo estar sin ti”).
3.- Reconoces tu
pensamiento destructivo (“ok, este pensamiento es malo, tranquilo, hay que
cambiarlo”).
4.- Te relajas,
haciendo el ejercicio de las 3 respiraciones o contando lentamente hasta 10.
5.- Introduces un
pensamiento neutral a tu mente (“ok, no pasa nada, debo estar tranquilo, no es
el fin de mundo”).
6.- Planeas tu reacción
(“cierto, te amo mucho, pero debo respetar tu decisión; esto me duele, pero no
puedo hacer nada, te pediré tiempo para asimilarlo todo”).
7.- Reaccionas de una
manera más positiva, diciéndole eso que planeaste a tu pareja.
8.- Aparecen las
consecuencias (viene la reacción de tu pareja, pero sea cual sea, ya no te
afecta, pues este ejercicio te ha tranquilizado).
Una vez, pensando con
la cabeza fría, decides comunicarte con tu pareja para darle tu opinión del
tema que, lo ideal es dejarle libre, aunque duela, pues de nada sirve que siga contigo
si ya no siente lo mismo por ti.
Bueno, pues así
funciona nuestra mente y ahora que lo sabes, te será más fácil controlar tus
reacciones emocionales; practica este método ante cada situación adversa de tu
vida, te aseguro que tendrás muy buenos resultados.
Nos leemos mañana… J
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