Un joven y exitoso empresario se encontraba en el supermercado, acompañado de su hija de 12 años; mientras él hacía las compras, ella se deleitaba en la sección de juguetes, viendo aquellas muñecas de las cuales ya tiene una de cada una, pues su padre tiene dinero de sobra, para comprarle eso y más, mucho más, todo lo que desease.
De pronto, en la fila para pagar, un señor, que se veía a leguas, era un vagabundo, rogaba a la cajera que le permitiera llevarse sus artículos con la promesa de después regresar a pagarlos, pero la chica, por políticas de la empresa, no pudo hacer eso y estaba a punto de llamar a seguridad, cuando nuestro protagonista, sumamente molesto comenzó a decir: "Vaya, ya era hora de que llamara a seguridad, debió hacerlo desde que lo vio hacer fila, estas personas nunca tienen dinero y lo único que provocan son problemas. Además, mire, se mira y huele muy mal, no debieron dejar que entrase al supermercado. Estas personas deberían apartarse de quienes sí nos estamos superando, no puedo creer que sean tan despreocupados, lo único que hacen es estorbar". Pero en eso su hija interrumpe diciendo "Qué asco" y el tipo le contesta: "Sí, mi amor, estas personas dan asco". Y la niña replica: "No papá, qué asco contigo", mientras saca de su pequeña cartera el dinero para pagar las cosas del vagabundo y le dice: "Disculpe a mi papá, por favor, tiene mucho dinero pero no tiene educación. Yo le pago sus cosas. Se nota que lleva mucho tiempo sin comer. Y también le voy a dar un poco más de dinero para que pueda asearse". Dicho todo, la niña le entrega el dinero al vagabundo y sale de la fila, directo al costoso auto de su papá, quien se queda mudo, atónito y cabizbajo paga su cuenta para después seguirla.
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