Corría el año de 2008, las computadoras ya
eran populares, pero las redes sociales no tanto; en esa época se usaba más el
Messenger. Bueno, lo que pasó marcó mi vida y la de mi familia.
Era el día 24 de septiembre, yo me encontraba
charlando por chat con mis amigos, y de repente, me llegó una solicitud, era de
un tal “Fermín Aguirre”, quería que lo agregara a mi lista de amigos. No
acostumbro aceptar gente que no conozco en mi MSN; pero algo dentro de mí, me
obligo a aceptarlo.
Mi nuevo ciber-amigo no se conectó en todo el
día; caída la noche, con un sueño terrible, decidí apagar el ordenador e irme a
dormir; segundos antes de cerrar el MSN me llegó un mensaje, era de Fermín, era
un simple “hola”; tenía sueño, pero hubiera sido una descortesía no responder,
así que le devolví el saludo con un “hola, ¿quién eres?”. Él contestó algo
seco: “soy Fermín, ¿cómo estás?”; yo me reí un poco al leer su contestación, y
le dije: “muy bien, aquí, a punto de dormir, ¿y tú?; el desconocido respondió:
“muy bien también, ve a dormir, ya no te entretengo más”, y yo le dije: “está
bien, buenas noches Fermín, adiós”. Dicho eso, apague el PC y me fui a dormir.
Al día siguiente, entrada la tarde, encendí
el computador y abrí mi cuenta de MSN; Fermín estaba disponible, así que le
hablé: “Hola Fermín, ¿qué tal?”; a los 4 o 5 minutos, el aún desconocido,
respondió: “Hola Alejandro (así me llamo), todo bien, y tú ¿cómo te
encuentras?”… “Muy bien, aquí charlando con mis amigos”… “Qué bueno, y tú mamá,
¿cómo está?”… al ver eso me asusté, no era posible que ese sujeto conociera a
mi madre; pero decidí seguirle el juego: “Está genial, por cierto, ¿de dónde
eres?... tardó un poco en contestar… “Soy de “Las ánimas”, dijo; “¿Las ánimas?,
¿qué lugar es ese?” le pregunté... “Es el pequeño lugar donde vivo” afirmó; después
de casi 3 horas de plática, me despedí de Fermín y fui a cenar.
Pasaron los días… el desconocido Fermín se
ganaba mi confianza, incluso me daba consejos, parecía ser alguien de mi
familia.
El día 24 de noviembre, en la mañana,
charlaba con mi extraño amigo, como de costumbre, y entre charlas misceláneas
me contó que era su cumple años; yo lo felicité y le brindé mis mejores deseos;
él muy contento agradeció mi detalle; platicamos todo el día, y ya en la noche,
antes de despedirse dijo: “Bueno, hijito, ya me voy, te cuidas mucho y por
favor dile a tu mami que venga a visitarme de vez en cuando, adiós”.
Asombrado por el mensaje de mi amigo
desconocido, fui con mamá y le pregunté si conocía a ese tal Fermín Aguirre,
que vive en “Las ánimas”; ella, con una cara de tristeza me preguntó que como
es que conocía yo a ese señor (pensé que se trataba de un amigo de ella), y le
platiqué todo, al terminar de hablar, mi mami rompió en llanto, y cuando pudo
controlarse dijo: “Fermín Aguirre es tu abuelo, lo sé por la descripción que me
das, esa forma de pensar y hablar es de mi padre, él tiene 15 años de fallecido
(hoy los acaba de cumplir, por eso dijo que cumplía años), está enterrado en el
panteón de “Las ánimas”, en mi pueblo natal; murió cuando yo tenía 16 años”.
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