De
pronto siento un aire frío correr por mis pies, un escalofrío recorre mi
cuerpo… esa música, la que tanto odié, empieza a sonar, frenética…
Escucho
golpes en la puerta, no abriré, no importa si es mamá, tengo mucho miedo…
Estoy
aterrado, pero, sin importar nada, me dispongo a ver lo que hay detrás del
tenebroso portal de madera… despacio comienzo a abrirlo… nada, sólo
alucinaciones… oscuridad es lo que encuentro… la terrible melodía deja de
tocar…
Cierro
la puerta y me voy a la cama, un poco menos asustado, pero un ruido en el
clóset me sacude… son golpeteos… como si “algo” o “alguien” estuviera ahí
dentro, provocándolos…
Me
acerco lentamente al armario y esa música vuelve a sonar, más fuerte y rápido,
parece que quiere romperme los tímpanos… siento algo detrás de mí y volteo,
tapándome los oídos… no hay nada, sólo el televisor apagado…
Miro
el reloj… las 2 de la mañana, ya es hora de dormir… apago la luz y empiezo a
dormitar, ya cómodo en la cama, sin el ruido molesto de la canción, pero algo
me interrumpe… ¡oh, Dios mío!, ¡me agarraron los pies!...
Pensando
que es mi gato, me levanto, dispuesto a regañarle, pero, ¡oh sorpresa!, ¡él
duerme a mi lado!...
Con
mucho terror enciendo la luz y busco aquello que pudo haberme tocado, por toda
la habitación, pero no encuentro absolutamente nada, creo que será mejor dormir
con el foco prendido…
Me dispongo a ir de vuelta a mi lecho, pero la luz se apaga y enciende, como un flash… y lo veo, frente a mí: esa horrible criatura que llenó de pesadillas en carne viva mi niñez… su cuerpo esquelético, su mirada perdida, su sonrisa tontamente diabólica, dirigiéndose hacia mí… quiero correr, pero la música, tocando nuevamente, me detiene… lentamente algo me sujeta los pies… nunca debí retarlo y huir de él, creo que es mi fin.
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